
En líneas generales, he pasado buenos momentos leyendo esta novela, su hilo narrativo me ha atraído desde el primer momento y, salvando algunas fases de su trama, he podido disfrutar de su sosegada lectura.
Este libro ha sido editado por Círculo de Lectores y en mi apreciación personal le concedo como nota un notable alto. Buena novela para pasar el rato en esta calurosa primavera.
Sinopsis: Si Reina Gené hiciera un ranking de sus amantes, en primer
lugar –y con ventaja– estaría Samuel, su segundo y actual marido. ¿Por qué
entonces ha aprovechado ese viaje de negocios a Bucarest para reencontrarse con
Tom, un amante al que hace años que no veía? Quizá por aburrimiento. Quizá para
confirmar cuánto quiere a Samuel. O quizá porque lo tiene todo, donde «todo»
incluye un trabajo de responsabilidad que le apasiona, una agenda felizmente
ocupada y un hijo al que adora.
Es en esa habitación de hotel, con su amante cerca, cuando
una llamada telefónica está a punto de cambiar muchas cosas... Su hijo Alberto,
de diecisiete años, ha intentado suicidarse arrojándose a las vías del tren,
justo después de salir del instituto. ¿Cómo es posible que ella, especialista
en sacar conclusiones a partir de posturas corporales y gestos faciales, no
haya descubierto que algo no iba bien en casa? ¿Cuadra ese intento en un chico
responsable, apasionado por el deporte y el cine? Reina saldrá disparada del
hotel dispuesta a regresar a Barcelona y hacerse cargo de la situación, pero
una tormenta ártica que azota buena parte de Europa interrumpe el tráfico aéreo
y la retiene durante veinticuatro horas en la capital rumana. Será en el
aeropuerto, el no-lugar donde todos somos más vulnerables, donde Reina haga
balance de su vida e intente comprender qué grieta se ha abierto entre ella y
la realidad: ¿conoce de verdad a su hijo?, ¿qué es lo que ha salido mal?,
¿tiene remedio?