miércoles, 22 de febrero de 2012

"La piel del tambor", de Arturo Pérez Reverte.


Mi última lectura ha sido la novela "La piel del tambor", de Arturo Pérez Reverte. Fue uno de los primeros libros que me leí de este escritor allá por 1995 y lo encontré muy interesante, sabe como mantener el suspense. Ahora en el año 2012 he realizado una nueva lectura de este libro, mucho más profunda y sistemática.
Cuando decides releer una novela te vas acordando de parte de la trama, pero otros aspectos los habías olvidado pues hacía ya 17 años de mi primera lectura. Los hechos suceden en Sevilla en 1995. Un pirata informático o hacker se infiltra en los ordenadores del Vaticano y le deja un mensaje al Papa vía internet.
Este hacker informa al Santo Padre que en Sevilla existe una iglesia barroca, que mata para defenderse. Y es verdad, ya que han ocurrido dos muertes en su interior consideradas por la policía como accidentales.
El Vaticano decide enviar a Sevilla a un apuesto sacerdote-agente especialista en asuntos sucios para que investigue lo sucedido. Este cura se llama Quart y descubrirá en la ciudad hispalense una trama orquestada por un banquero y su secretario para derribar la vieja iglesia y construir en dichos terrenos viviendas de protección oficial. Un pelotazo urbanístico que tiene como firmes opositores al párroco de la iglesia, don Príamo, y a dos aristócratas, Cruz y Macarena Bruner(madre e hija), al tener a todos sus antepasados enterrados en la vieja iglesia.
Asimismo, el envíado de Roma mantiene una fuerte relación con Macarena Bruner y llegan a mantener relaciones sexuales. El arzobispo de Sevilla llega a enterarse y manda una carta al Vaticano.
Mientras tanto, aparece muerto en el interior de la iglesia barroca un periodista que investigaba para su periódico la operación urbanística. El cura don Príamo se declara culpable y es ingresado en prisión.
Al final, el Arzobispado decide mantener en pie la vieja iglesia barroca y destina un nuevo párroco a la misma. El pirata informático que entró en los ordenadores del Vaticano es finalmente la vieja aristócrata Cruz Bruner, pero Quart guardará silencio sobre esta cuestión en sus informes al mantener una promesa.
En el último párrafo de la novela, Arturo Pérez Reverte sorprende al lector al dar a entender que el verdadero asesino no es el padre don Príamo sino la monja Gris Marsala que estaba restaurando la vieja iglesia. Una revelación sorprendente.