viernes, 10 de mayo de 2019

"El rey recibe", de Eduardo Mendoza.

Una de mis últimas lecturas ha sido la novela "El rey recibe", de Eduardo Mendoza. A mí me gusta decir la verdad, y sinceramente tengo que indicar que no me ha gustado este libro. Me ha costado mucho seguir su hilo narrativo y he terminado esta novela con gran dificultad. 
No he disfrutado con su lectura y en mi apreciación personal le concedo como nota un aprobado alto. No puedo darle una puntuación mayor. Esta novela ha sido editada por Círculo de Lectores.
Sinopsis: Qué puede esperar de la vida el joven Rufo Batalla, quien al terminar sus estudios de Filología ha acabado como plumilla en un periódico a falta de algo mejor? No mucho, la verdad. Pero por suerte para él, su talante lo predispone de forma innata para la aventura: un poco de curiosidad y un mucho de pereza como para resistirse a lo que el destino quiera hacer con él. Por ejemplo: es el verano de 1968 y nadie en el periódico quiere ir a Mallorca a cubrir la boda de un desconocido príncipe en el exilio con una señorita de la alta sociedad inglesa. Y como Rufo es el último mono y, además, sabe inglés, para allí que va. Tras un malentendido y algo de diplomacia fallida, el periodista acaba entablando amistad con el protagonista de la boda, el príncipe Tadeusz Maria Clementij Tukuulo. «Bobby para los amigos.» La relación entre ambos continuará a lo largo del tiempo, ya que el príncipe le encomienda escribir la crónica de su historia y la de su ignoto país.
Mientras avanza en el encargo, Rufo cambia el sofoco de la España franquista por Nueva York, con la esperanza de hacer algo emocionante con su vida. Al final consigue un empleo gris en una oficina de la Cámara de Comercio y es cierto que lo emocionante no le ocurre a él, pero ocurre: los movimientos por la igualdad racial, la reivindicación gay, las nuevas expresiones culturales, el feminismo... todos los fenómenos sociales que en los años setenta impactaron al mundo. Testigo y cronista de estos hechos, Rufo también es un lejano espectador de los cambios que se producen en España, de la Transición que se asoma, y acepta con dignidad y regocijo el papel de quien se ha colado en dos fiestas distintas a destiempo y no le queda otra que seguir bailando.