lunes, 5 de mayo de 2014

"Treinta doblones de oro", de Jesús Sánchez Adalid.


El escritor Jesús Sánchez Adalid se adentra en una novela histórica para narrar la vida del joven Cayetano, desde que entra a trabajar como contable en la casa del hidalgo don Manuel de Paredes, en la Sevilla del siglo XVII.
El protagonista conocerá las penurias propias de la época, no cobrará su sueldo y se enamorará perdidamente de la joven Fernanda. Me ha sorprendido conocer la verdadera historia de la imagen del Nazareno o del Cristo de Medinaceli, que el autor cuenta con rigor histórico, sin dejarse nada en el tintero.
Desde las primeras páginas, el autor hace que el lector se enganche a la historia, pero luego ésta pierde algo de interés al llegar los principales personajes a la fortaleza de La Mamora, en el norte de Marruecos. A partir de aquí el lector se aburre un poco y cuesta trabajo seguir con la narración.
Es mi opinión: la historia pierde fuelle a partir de la estancia en La Mamora. En esta fortaleza no ocurre nada significativo y las páginas pasan muy lentamente en medio de sucesos sin importancia.
El lector desea que los protagonistas lleguen a Canarias para tomar posesión de su herencia y acabar así con sus penalidades. Pero media novela se centra en la estancia en La Mamora. Este es el punto negativo de la novela.
El libro ha sido editado por Ediciones B y en mi apreciación personal le concedo un aprobado alto.
Sinopsis: En las postrimerías del siglo XVII, la esplendorosa Sevilla languidece al perder su monopolio de los negocios de ultramar, como consecuencia de las nuevas leyes de la Contratación, que benefician a Cádiz. En un noble caserón, el joven Cayetano sirve como contable de don Manuel de Paredes, cuando se recibe una fatal noticia: el navío Jesús Nazareno se ha hundido por un temporal; la preciada carga se ha perdido en el fondo del mar, naufragando las últimas esperanzas de salir de la ruina de don Manuel, su esposa y su servidumbre, que habían invertido todos sus bienes en la empresa. La casa y las pertenencias familiares están hipotecadas y se presenta un porvenir incierto... No obstante, se enciende una luz de esperanza gracias a unas propiedades heredadas en las Islas Canarias.